San Cipriano, paraíso de contradicciones
San
Cipriano nace del asentamiento de las comunidades afrodescendientes que
lograron obtener su libertad después de años de esclavitud y venían de las haciendas del Valle del
Cauca. Se fueron estableciendo en las riveras de los ríos Dagua y San Cipriano
y comenzaron a cultivar la tierra y vivir de la caza y la pesca. Al cabo de los
años, llegó la línea del tren que comunicaría a Cali con Buenaventura.
De
la época prehispánica pocos recuerdos quedan, aunque se sabe que allí vivieron
de forma transitoria, los Calima, una
raza de orfebres, que del oro hacen su más bella expresión. Oro que luego será
en épocas modernas, tema y motivos de destrucción y contaminación de esta bella
región. Se sabe que el río Dagua era un medio de comunicación importante entre
los indígenas y al llegar los españoles continúan usándolo.
El
primer punto donde se creó el caserío fue un poco más hacia el sur de la
ubicación actual y al margen de la carrilera. Allí quedan aún los vestigios de
una vieja pared atrapada en dos hermosos matapalos que crecieron entreverados
cubriendo las huellas de aquella época. Luego cuando la violencia partidista de
los años 50’s aparece, el caserío es desplazado a la localización actual.
Es
el tren el que finalmente permite la fundación de este primer pueblo, allí
llegan raizales desde el sur del pacífico, dándoles la oportunidad de tener un
trabajo estable como obreros de las cuadrillas para la construcción y posterior
mantenimiento de la carrilera.
Este
tren tuvo diferentes usos en diferentes épocas, según iban corriendo los
tiempos: Tren Madera, Tren Ambulancia (llamado así por que paraba en todas las estaciones), Tren de Pasajeros, Tren de
Obreros, Autoferro (tren para pasajeros adinerados)
Al
instalarse entonces estos obreros de carrilera, comenzaron a cultivar parcelas
agrícolas para el sustento diario de sus familias. Cuentan que allí se daba muy
bien el chontaduro, el borojó, el plátano, el maíz, la papa china, la papaya,
cebolla, tomate, hierbas aromáticas y más. Además se cazaban Tatabros, Chuchas,
Guaguas, Jabalíes, Paletón, Diostedé y pescaban Sábalo, Sabaleto, Camarón de río y Mojarra en el río San Cipriano y del río Dagua se surtían de Guacuco.
Todo esto era suficiente para alimentarse bien y nutritivamente.
La
cocina tradicional habla del sancocho de gallina, sancocho de pescado, encocao
de Musillá y otras delicias que aun hoy se pueden probar en las cocinas de los
restaurantes que se encuentra a lo largo del caserío.
Las
construcciones son altas y se hicieron de guadua, madera y palma chonta para
los techos, es lo que comúnmente conocemos como palafitos. El piso inferior, en
tierra, se utiliza como sitio para almacenar la leña, como corral para ganado,
y para guardar las canoas. Aún hoy podemos ver este tipo de edificaciones. La
madera se extrae del bosque y no tenían ninguna restricción, lo que llevó a que
existiera una deforestación indiscriminada por muchos años. De estos bosques
salió la madera con la que se construyeron las casas en el interior del país. Solamente
cuando llegaron los motores disel, paró un poco la tala. Ya en los años 60’s
cuando llega Cartón de Colombia, se hace una tala total y sin control. Hoy,
siguen extrayendo sólo la madera que necesitan en el pueblo y se hace de forma
controlada.
Otra
fuente de ingreso tradicional de este sitio ha sido la minería artesanal de oro
y platino. Inicialmente se realizo esta actividad exclusivamente por las
mujeres como una forma de encuentro con sus congéneres y el oro se usaba para
elaborar joyas y adornos. No tenía que ver esta práctica con el sustento, ya
que la tierra les daba comida en abundancia y el dinero lo proveía el tren.
Con
todo esto, no existía una costumbre del ahorro, si necesitaban algún alimento,
este lo podía dar algún vecino y se practicaba el trueque. Sus parcelas
agroforestales eran cultivadas en comunidad, o sea, se hacían convites o cambio
de mano y se partían los días de la semana, para trabajar y ayudar en las
parcelas vecinas. Como quien dice, era una comunidad con las necesidades
básicas satisfechas. Llevaban una vida pacífica. La educación se hacía hasta
tercero de primaria y quien deseara seguir sus estudios, se desplazaba a
Buenaventura.
CAMBIOS
Luego
comienzan los cambios, viene el fin del tren y su forma de funcionar como ellos
lo conocían y muchas personas se quedan sin trabajo. Por otro lado, se comienza
la construcción del nuevo acueducto de Buenaventura y construyen una carretera
desde Córdoba a San Cipriano para llevar cómodamente los materiales por allí.
Todo
esto genera un impacto. La entrada de automóviles permite la llegada de gente
que va necesitando hospedaje y alimentación, personas estas que además van
explorando, conociendo y disfrutando de los hermosos paisajes y tranquilos ríos
y que comienzan a promocionar este paraíso perdido, pasando la voz a otros en
el exterior. Así se va dando inicio a un turismo incipiente y espontaneo que
era aceptado alegremente por la comunidad y que a estas alturas estaba
necesitada de dinero. El acueducto para este momento contrata a personas de
allí y da un nuevo respiro a la economía local por un tiempo.
Paralelo
a esto nace, del ingenio de un paisa, el nuevo medio de transporte que hoy hace
famoso a San Cipriano, Las Brujitas. Estas son unos carritos o planchones de
madera con balineras que se ajustan a la carrilera y que eran impulsados por
una persona con una vara y hoy son movilizados por una motocicleta. Al cabo de
un tiempo la carretera se fue acabando y solo quedaron las Brujitas como único
medio de entrada y salida de la población.
A
todo esto se suma la declaración de la zona como Reserva Forestal Protectora de
los Ríos Escalerete y San Cipriano. Aquí entra el estado a través de la CVC del
Valle del Cauca a hacer presencia. Una de las curiosidades que se ven en la
Reserva, es que casi la mitad del pueblo quedó dentro de la zona protegida, ya
que las coordenadas y los límites de la misma, se hicieron sobre el papel en
alguna oficina en Cali, y nunca se fijaron donde estaba ubicada la población lo
que causó un serio problema legal que aún no se ha resuelto.
Esta
reserva cuenta con 8.564 hectáreas de las cuales están intervenidas el 15% y
tienen 12 guardabosques. Además tiene varios charcos naturales que son: La Balastrera, Peña Azúl, Trompa del Diablo,
Charco Anselmo, Charco Oscuro, La Tortuga 1, La Tortuga 2, Playa de Oro, La
Platina, Dos Ríos, de aguas mansas y transparentes. Y cuatro senderos: La
Ventiadora, El Sendero del Amor, El Sande, Dos Ríos-La Bodega.
El
turismo sigue creciendo indiscriminadamente y se comienzan a evidenciar serios
problemas como la contaminación causada por el lavado de los carros en el río,
las basuras en las playas, caza de animales y extracción de madera. Por otro
lado se van necesitando mas alojamientos, y sitios de alimentación y van naciendo
hoteles y restaurantes entre las casas de los lugareños.
ORGANIZACIÓN
Todo
esto genera un alerta en la población que los empuja a organizarse y a entender
que son ellos los que deben cuidar su gran tesoro si no quieren perderlo, es
así como conforman un comité que luego con los años se convierte en la
Fundación San Cipriano.
Don
Orlando su presidente, cuenta como entonces se fundó la Cooperativa de Mujeres
Prestadoras de Servicios de Turismo de San Cipriano, que es la encargada de los
alojamientos, la alimentación, la limpieza de las habitaciones. Hoy San
Cipriano cuenta con 8 hoteles, 40 cabañas y una zona para camping con capacidad
para 27 carpas. Donde se pueden acomodar
unas 4.800 personas.
Además a esta asociación también pertenecen 8 jóvenes que son los encargados de la recolección de basuras, que luego almacenan en una bodega hecha a un kilómetro de distancia del pueblo, para posteriormente enviarla a Córdoba y allí ser recogida por los carros recolectores del municipio.
Dentro
de toda esta organización se implementan los pozos sépticos en los hoteles,
para no lanzar los desechos a los ríos o al mismo bosque.
La
salud es atendida por un puesto que está en Matías Mulumba. En el propio San
Cipriano viven 6 enfermeros titulados que practican los primeros auxilios a
turistas y habitantes de la zona, antes de ser trasladados si se requiere.
Aquí
se nota una gran deficiencia en este sentido, ya que una emergencia no sería
atendida en los tiempos requeridos, lo que conlleva a que los turistas corran
un gran riesgo. Ante la necesidad de un traslado de urgencia, este sería en las
Brujitas a Córdoba y de allí a
Buenaventura que es lo más cercano, se toma de 30 a 40 minutos cada trayecto, siempre
y cuando exista un carro disponible para el transporte. San Cipriano no cuenta
con una farmacia o sitio donde se consigan las medicinas o implementos más
sencillos para aliviar alguna dolencia física.
Para
mitigar un poco esto, se cuenta con 48 voluntarios de la Defensa Civil, que
están disponibles en todo momento ante cualquier emergencia que se presente.
En
cuanto a la educación, hoy los niños tienen la posibilidad de estudiar allí
hasta grado 8º y en Córdoba hasta el grado 11º.
La Universidad del Pacífico entrega 50 becas rurales para estudios
superiores. Algunos de los jóvenes han estudiado y regresado a San Cipriano a
compartir sus conocimientos, pero son realmente pocos.
La
comunidad cuenta con un servicio de guías que se encuentran organizados y
prestan el servicio a los turistas. Don
Orlando nos cuenta que en algunas ocasiones los turistas por no esperar un
poco, no toman el servicio y luego terminan poniendo sus vidas en peligro al
perderse en los senderos.
MINERÍA
Este
ha sido uno de los grandes problemas con que se ha tenido que enfrentar San
Cipriano. Aunque ellos practicaban esta actividad desde siempre de forma
artesanal, llegó un momento en que la fiebre desaforada por el oro en el país
hizo que se desplazaran a estas tierras y prácticamente acabaran con el río
Dagua.
Cuenta
el profesor Edgar, que en algún momento lograron contar más de 700 dragas al
borde del río. Empresas nacionales y extranjeras, grupos de personas de no muy
buena reputación y con poco conocimiento sobre la extracción del oro, pero con
la famosa fiebre que produce el metal, llegaron allí e invadieron San Cipriano.
Por supuesto la comunidad también se contagió de esta fiebre y olvidaron sus
quehaceres de turismo por tratar de hacerse ricos en un momento.
Al
final de tanto desorden sólo quedan las evidencias en huecos inmensos llenos de
agua a los lados del río Dagua, la vegetación tratando de regenerarse de un
daño casi que irreversible por todo el mercurio que usaron para esta
explotación inmisericorde.
Aún
hoy los pobladores tanto de San Cipriano como de Córdoba siguen yendo al río a
buscar el precioso metal pero nuevamente en forma artesanal, usando barra,
batea y pala.
GASTRONOMÍA
Cuenta
doña María Eugenia, dueña de uno de los restaurantes de allí, que hace 30 años en San Cipriano se vivía
bien, cultivaban los productos con los que cocinaban y que eran pocas las cosas
que debían comprar por fuera.
- Sancocho de Gallina
- Tapao de pescado
- Sancocho de pescado
- Encocao de Musillá
- Seco de piangua
El
pescado salado era común verlo en las casas, cuando no tenían neveras para
conservarlo. Este era el que traían de Buenaventura.
Todos
estos platos se cocinan con cebolla, tomate, albahaca, romero, jengibre,
cimarrón, achote y por supuesto el coco.
Algo
también muy típico de años atrás eran las ensaladas de zanahoria y remolacha.
Hoy
aunque mucha de esta cultura gastronómica se conserva, todos los productos que
se consumen deben ser comprados en Buenaventura. Hoy nadie cultiva las
parcelas. Se volvió una comunidad dependiente de la producción externa.
Es
de anotar que el sabor de la comida en San Cipriano es diferente. Realmente
esta es una cualidad que puede ser explorada y explotada.
Aunque
se consiguen comidas corrientes a precios razonables, quien quiera degustar
alguna de las especialidades con mariscos, deberá contar con buen dinero. La
comida en general en San Cipriano es costosa, según cuenta la misma señora
María Eugenia.
A
toda esta oferta también se le suma la bebida típica que se llama Viche. Este
es un aguardiente elaborado de caña. Con este aguardiente preparan lo que ellos llamarían un coctel y
que bautizaron “Arrechón”. El coctel está hecho con base en el Viche y le
agregan ingredientes diferentes dependiendo quien lo fabrique, estos pueden
ser: Borojó, Mani, Chontaduro, Crema de leche.
Como
su nombre lo indica y según la creencia popular, este producto es cómplice del
buen desempeño de los señores en la cama. Aun esta por comprobarse dichas
bondades….
TURISMO
El
turismo en San Cipriano se ha desarrollado en forma vertiginosa. Las
estadísticas que la comunidad misma lleva, dice que en época de Semana Santa
pueden llegar entre 10.000 a 12.000 turistas.
Muchos
de ellos son visitantes que llegan y se van el mismo día, pero consumen y pagan
el importe de la entrada a la reserva que es de $1.600 pesos. Utilizan los
diferentes senderos, se bañan en los charcos y realizan diferentes actividades.
Está prohibido que lleven comida, y también cazar o sacar cualquier material
vegetal.
La comunidad mantiene el orden y son ellos mismos los que imparten castigo a quienes incumplen las normas. En San Cipriano no hay policías y por fortuna no tienen problemas de orden público.
No
sólo los nacionales hacen turismo allí. A estas tierras llegan bastantes
turistas extranjeros aunque no tienen muy claro de donde provienen.
La
oferta de actividades va desde el senderismo hasta el buceo, el nado
recreativo, la observación paisajística y a esto se le suma el disfrute de unos
deliciosos platos típicos.
A
todo este movimiento turístico le falta aún la medición más importante y es
conocer cuál es la capacidad de carga de los senderos y de la reserva. Mientras
llega, se nota el deterioro en los pisos, ya que al ser una región de alta
pluviosidad, los senderos se vuelven más intransitables debido al barro que se va formando.
REFLEXIONES
Después de disfrutar un par de días de la hospitalidad de San Cipriano, de conocer gente agradable y amistosa, de degustar su deliciosa gastronomía, nadar en sus claros y limpios charcos, ver sus bellas cascadas, encontramos que toda esta actividad turística apenas si conserva un equilibrio bastante precario entre lo que puede ser sostenible y lo que no lo es.
Las
estadísticas son superficiales y no miden realmente el impacto que reciben de
la entrada de turistas, ya que sólo se cuentan el número de personas que pagan
la entrada, pero falta mayor detalle en el tipo de actividades que realizan.
Tampoco cuentan con un control real sobre la cantidad de personas que llegan de
Córdoba, ya que a los dueños de las Brujitas solo les interesa transportar más
gente, sin tener en cuenta si hay espacio para alojarlos. Ellos solo los llevan
y traen y lo que importa es la cantidad de dinero que reciben por este servicio.
Al
decir de los mismos líderes, a la gente ya no le importa tanto el territorio y
las costumbres. Únicamente importa el dinero que llega con los turistas. Y aquí
también existen incongruencias como el cansancio que se ve en los habitantes
con respecto al turista, es decir, lo atienden bien, le sirven bien pero no están
muy dispuestos a interactuar con él.
También
se evidenció la mendicidad que practican los niños, que nos esperaban cerca del
hotel y querían una moneda o algo, siempre piden algo.
Es
evidente el impacto que tiene el turismo en sus costumbres, por ejemplo las
mujeres al estar pendientes de los requerimientos de los turistas ya sea en los
restaurantes o en los hoteles, descuidan el hogar y los momentos que antes
usaban para conversar y compartir con sus hijos y esposos.
En
fin, San Cipriano es un hermoso paraje que debe ser conservado para nosotros
los turistas pero principalmente para ellos, los afrocolombianos que son dueños
de su tierra y quieren defenderla.
CLAUDIA TATIANA OSPINA VELEZ
Estudiante de Turismo Sostenible
Universidad Tecnológica de Pereira
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